Es común escuchar en madres y padres que tienen hij@s con TDA-H que hablar de límites es un “serio problema”.
Señalan que establecer límites se torna agobiante, agotador, debes repetirlos “una y otra vez”, te enojas, te frustras y a veces prefieres no seguir repitiendo para evitar un conflicto.
Estos padres y madres reconocen que los límites no son consensuados entre ellos como figura de autoridad, en pocas palabras “uno dice una cosa y otro dice otra cosa”.
Reconocen debilidad en la constancia y que eso puede depender del día de cada uno ¡me explico! Si hoy tuve mucho trabajo y llegué cansad@ a casa, llegó visita o tengo que salir…aquí el límite está en peligro.
El mensaje que le entrego a mi hij@ está cargado de ambivalencia, precisando que el límite se cumple cuando se puede pero a veces no es necesario cumplirlo.
ESTRATEGIA 1
El límite es la decisión que tomas cuando estás guiando a tu hij@ para que crezca, aprenda, para fortalecer su carácter, su conducta (sea en su espacio íntimo o social).
Tu hij@ va conociendo lo bueno y lo malo, lo que debe y no debe hacer en determinado momento conforme a su etapa de desarrollo; es como “dejar claras las reglas del juego”.
ESTRATEGIA 2
Límite Claro, corto y bien definido evita el “extenso discurso”, hay madres y padres que comienzan ¡cuando yo tenía tu edad, tu abuela me decía…bla, bla, bla!
Tu hij@ se termina aburriendo y cuando terminas de hablar ya olvidó lo esencial del mensaje “se conectó con júpiter” y no logró identificar la información importante de la accesoria.
También me pasó y me lo dicen madres y padres en consulta, reconociendo que se han visto dando una “verdadera cátedra” sin resultados efectivos.
ESTRATEGIA 3
Firmeza al establecer límites, la puedes aplicar cuando ves que tu hij@ no te está obedeciendo. La firmeza ¡No Implica! que grites o castigues. Cuando te dirijas a tu hij@ lo debes hacer manteniendo el contacto visual ¿Qué significa esto? que si tu hij@ es pequeño, te tendrás que inclinar a su altura para tener contacto visual.
La entonación de tu voz debe ser clara, que demuestre seguridad, sin titubear y una expresión corporal que refleje el mensaje que le entregas a tu hij@.
El tono de tu voz es muy importante, porque si tuviste un día agitado de trabajo y le hablas a tu hij@ con enojo, irritable, lo más probable es que te responda de la misma manera, porque el tono en el que le hablas va a desencadenar en tu hij@ las mismas emociones y lo que suele pasar es que sin darte cuenta, terminas culpando a tu hij@ porque no obedece, sin reconocer que tú has provocado esa respuesta.
Si sientes que esto resuena contigo, te invito a que puedas compartir tu experiencia, porque nadie es dueño de la verdad y tu experiencia sumada a otras miles de experiencias nos permite aprender cada día sobre las distintas formas que pueden existir para apoyar a nuestros hijos.
Un abrazo
Susana